Wheat Cristianos

“De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.” (Juan 12,24–26)

…al oír de Jesús, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles:

Hermanos, ¿qué haremos?

(véase Hechos 2,37)

De tal manera se preguntaron los judíos en el año 30 DC., habiendo escuchado a Pedro predicar la palabra de Jesús. La misma pregunta nos hemos hecho nosotros, y cualquier otra persona la haría, sea atea, budista o católica, cuando reflexione más sobre el sentido de la vida.

Hemos crecido en diferentes entornos religiosos (también ateos) y culturales y nos hemos dado cuenta de que distintos caminos no tienen el mismo fin. Hay tantos caminos que uno puede elegir, tanta gente ofrece respuestas: protestantes, católicos, testigos de Jehova, adventistas, metodistas, pentecostales, budistas, musulmanos, ateos, etc. La cuestión es:

¿Cuál es el camino correcto? ¿Cuál es la verdad?

Muchas veces se oye “Cada uno tiene su propia verdad”, o “Nadie puede conocerla”. En nuestra opinión eso se contradice con el hecho de que hay un solo mundo. El mundo o es un globo o un disco. No pueden ser correctos ambos a la vez. La sola realidad queda igual y absoluto, independientemente de cualquier punto de vista. Pasa lo mismo con la religión. No es posible que existan dos verdades contrarias y contradictorias, una para tí y otra para mí. Si es verdad que hay la resurrección después de la muerte, la reincarnación no puede existir. No se pueden alcanzar ambas cosas: vida eterna y disolución del yo. Si la materia fue hecho de Dios, es imposible que haya existido siempre. Miramos algunas otras preguntas que no permiten dos respuestas contrarias a la vez: ¿Es Jesús Dios o no? ¿Hay la predestinación por Dios para la condenación o no? ¿Puede el hombre apostatar de Dios o no? ¿Es el hombre malo por naturaleza o no? ¿Existe el infierno o no?
¿No es que tales preguntas provocan a cada uno que quiere conocer a Dios a formarse una opinión? ¿Podemos quedarnos indiferentes ante tales cuestiones, si somos interesados por saber cómo se vive según la voluntad de Dios?
Para encontrar respuestas no se necesita una nueva revelación ni un nuevo método de interpretar la Biblia. Nosotros no creemos que seamos la fuente de la verdad. Somos lejos de presumir ser perfectos. Mas creemos que la verdad es accesible a todos, porque Jesús ya la ha revelado a la humanidad.

La mayoría de los hombres ya no cree en una verdad absoluta. En la sociedad de hoy reina el relativismo, al que muchos se han acostumbrado pensando que cualquier conocimiento sólo es relativamente verdadero y no puede ser generalmente aceptado. “Lo que para mí es bueno es correcto.” — Mas si todo es igual, por fin todo da igual. Falta toda medida para distinguir entre lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso. Cada uno recibe lo que satisface sus gustos. Se retrata su propio cuadro utilizando los colores de la amplia gama de deseos y añoranzas. Uno se crea su propia religión que a él le da placer por el momento. Hoy en día muchas veces la religión se considera como una sección del arte, igual que la moda, en la que la gente influye la tendencia, e invertido, la tendencia influye a la gente.

Mas el camino de Dios es otro:

¿Cómo quiere Dios cambiar mi vida?

Según Dios todo el que no busca la verdad está prisionero. Mas Jesús quiere librarnos — debemos aceptarlo.

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneceréis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. (Juan 8,32)

La verdad quiere librarnos — significa que queremos ver la verdad sobre nosotros mismos. Debemos admitir nuestros pecados y aceptar el perdón de Dios por Jesucristo. De este modo nos puede dar el poder de vencer el pecado y vivir una vida santa. Nos puede ayudar a dedicar toda nuestra vida al servicio a él, como lo dice Pedro:

Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. (Hechos 2,38)

Él quiere librarnos de deseos egoistas, de pecados sexuales, de vanidad y envidia, del sentimiento de inferioridad y orgullo, de presunción y la voluntad de corresponder a la gente. Quiere librarnos de doctrinas engañosas, cuyas prácticas de autoliberación hacen que la gente se concentre más y más en sí misma. Quiere librarnos de falsos conceptos de justicia y servicio social, considerados “cristianos”, en los cuales algunos invierten mucho tiempo y energía, pero al mismo tiempo desatienden la lucha espiritual para la santificación y contra los pecados. Dios quiere librarnos de doctrinas que predican el perdón, pero no demandan la sucesión a Jesús, doctrinas que prometen la gracia, pero descartan la obediencia hacia Dios como una legalidad.

Por eso queremos buscar Su voluntad en doctrina y vida y de este modo conocer la verdad y actuar según ella.

La búsqueda por la voluntad de Dios también nos ha hecho preguntar:

¿Cómo quiere Dios que yo pase mi tiempo? ¿Cómo debe ser una comunidad cristiana?

Con los primeros cristianos en Jerusalén fue así:

Perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.…Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón. (Hechos 2,42 & 46)

En aquel tiempo para los cristianos era natural de reunirse cada día y de ocuparse de la doctrina. Eso muestra su gran interés y amor para con Dios y los hermanos. Para nosotros también es muy importante de compartir la vida con nuestros hermanos cristianos, de leer juntos la Biblia y compartir nuestras alegrías, penas y luchas espirituales. Por eso somos muy agradecidos de poder vivir en un tiempo que a causa de buenas comunicaciones y orarios laborales permite una reunión diaria. Esta última es para nosotros una expresión de amor y la consecuencia del deseo de vivir la fe y de dedicar el tiempo a Dios y a los hermanos.- Pues uno dedica su tiempo a lo que para él es importante.

Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿Cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios también ama a su hermano. (1 Juan 4,20–21)

Esa reunión frecuente también ayuda mucho a fortalecernos unos a otros y así realizar aún más facilmente lo que está escrita en Hebreos 3,13:

…antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: ‘Hoy’; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.

No queremos crear amistades superficiales ni intentamos mantener una buena imágen los unos ante los otros, lo que no corresponde a la realidad, sino queremos confesar nuestros pecados y debilidades y soportarnos unos a otros en la santificación.

Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. (Juan 13,34)

Este amor queremos vivir — no solamente en domingos o algunos días feriados, sino cada día. No sólo con un par de buenos amigos, sino con cada uno que desea vivir en la verdad.